La insípida asonancia de su rima.
La letra que te ofende el intelecto.
La voz de un gato zombie y el aspecto
de un perro rescatado de Hiroshima.
No envidio ni su fama ni el dinero
que la mediocridad cubre y maquilla.
Ni la atención voluble del cotilla
cronista rosa palo, soy sincero.
Ni el oro de Fort Knox compra el talento
ni hay plomo que nivele las balanzas.
Su construcción de naipes y mi viento.
Mi orgullo, sus compradas alabanzas.
Igual que Edmond Dantés, así me siento.
O Pip el de las Grandes Esperanzas.